Día 1: "Pai Tai"

6:30 de la mañana el aeropuerto luce casi desierto, pocos vuelos han arribado a esa hora y es lunes, esperaba encontrar largas filas para salir de allí pero no, para suerte mía saldré rápido. Llego a migración y el oficial me solicita mis documentos, después de escanear mis huellas digitales, con su poco y muy mal español, me pide que pase a la oficina de migración -como en las ocasiones pasadas- ya adentro solo hay dos o tres personas más esperando ser entrevistados, tomo asiento en las frías sillas de plástico azul y miro las paredes grises donde aparece el aviso de "No photos" -por si no quedó claro que desde que bajas del avión esta prohibido tomar fotografías-. Después de las preguntas de rutina me dirijo a tomar mi maleta en la banda transportadora. El último paso es el escaner de aduana, no traigo nada importante que declarar, así que sin mayor problema enfilo a la salida para tomar el "air train". 

7:00 am. Nadie me recoge en la salida del aeropuerto, busco la entrada al tren haciendo uso de mis pocas habilidades en el idioma inglés, leyendo los señalamientos que bien entiendo, -afortunadamente no tuve que hablarlo-. Abordo rumbo a Jamaica Station, al llegar allí arrastrando mi maleta, me dirijo a comprar la "metro card", 30 dls., el costo por una semana de transporte. Tras las barandillas que controlan el acceso, noto poca gente, a unos metros viene acercándose, con pasos veloces, apenas a tiempo, una persona que me saluda con la sonrisa, es un rostro conocido, ¡al fin! una cara familiar. Concretamos el encuentro con un fuerte apretón de manos y un abrazo, un "¡Que onda! ¿como estás?", y sentirme como en casa. El recibimiento de un amigo en un país ajeno al propio es reconfortante, tan valorado ese gesto de amistad que supera incluso la buena vibra de los falsos abrazos de parientes cercanos.

Air train. Aeropuerto JFK

8:00 am. Tomando un rico almuerzo en "Stop Inn", un restaurancito allá sobre la Roosevelt Avenue, esquina con la 61. Wafles con frutos rojos, bañados con miel de maple y acompañados de huevos revueltos con tocino, a la lado una taza de café caliente, la cual se llena en cuanto el mesero la ve medio vacía. Amo la comida mexicana, pero este tipo de almuerzo americano me encanta.

11:00 am. Volver a recordar las entradas y salidas del tren, las estaciones y las aglomeraciones en las horas pico. El "mall" no ha cambiado mucho, desde hace dos años las mismas tiendas en los mismos locales, American Eagle, Aeropostal, Disney Macy´s incluso Victoria, con menos o más mercancía o sin novedad, solo ahí siguen, tan seguras de su impacto mercadológico. Subir, bajar, entrar, salir, caminar, sentarse, esperar, escoger, pagar... en un abrir y cerrar de ojos, me doy cuenta que es tarde ya, entre bermudas, sandalias, playeras y ropa de bebé, se me fue el día.
Letrero en estación de tren "61 Street".
Estación de tren
5:00 pm. El apetito vuelve, es hora de comer, ¿probar algo diferente, quizá?, se atraviesa en nuestro camino un pequeño restaurante de comida tailandesa, apenas entramos y tomamos la mesa, un mensaje de texto aparece en nuestros teléfonos celulares -incluso en el de la mesera de ojos rasgados-, nos acaban de informar sobre una tormenta y posibles inundaciones en ciertas partes de la ciudad, aconsejan tomar precauciones y vías alternas. Estaba sorprendido, en México ni siquiera después de la tormenta mi compañía telefónica me avisa del desastre acontecido, solo mensajean para recordarme que mi plan esta por expirar.
El lugar el agradable, la mitad de las paredes cubiertas de madera en un tono rojizo y café, las sillas cómodas, la mesa de madera también, cuadrada y pequeña, las luces principales son amarillas y tenues, una planta de bambú en la esquina, algunos cuadros horientales y una serie de luces navideñas también en color amarillo se encargan de ambientar el lugar. En la mesa, lo primero que aparece es un vaso con agua y hielo, -mi amigo dice que en todos los establecimientos de comida, deben ofrecerte un vaso con agua, con o sin hielo, pero deben ofrecerlo, sin que lo tengas que pagar, una cosa más que me sorprende, en México hasta por un vaso de agua "limpia" hay que pagar-. Miro el menú, sin saber que pedir, nunca había visto platos con nombres raros, mi amigo me sugiere entonces el "Pai Tai", ordeno ese platillo y de tomar una Coca-Cola, pero la mesera de ojos pequeños y gafas enormes me dice que solo hay Pepsi, y ¿que otra opción tengo? solo tomarla y ya.
Miro a mi izquierda, las nubes antes grises ahora son casi negras, aún no es hora de oscurecer pero pareciera que sí, el sol se ocultó tras las nubes que dejan caer, al principio de manera suave un ligera llovizna que humedece el pavimento, los peatones no se inmutan, a los pocos minutos arrecia la lluvia, el repartidor de comida sale a cubrir su motocicleta con un plástico tratando de protegerla, la gente comienza a acelerar el paso, algunos precavidos ya pasean frente a nosotros con su paraguas. Los comensales que estaban a unos metros de nosotros -mexicanos por cierto, lo supe por el idioma y el acento, además de hablar de Monterrey y el DF-, aprovecharon para pagar la cuenta y salir del lugar. Minutos después aparece en la mesa el famoso "Pai Tai", es una especie de fideo de arroz, tallarines pues, acompañados de pimientos, algunas salsas, pollo, cacahuate y unos trozos de tofu -que es algo parecido al queso-, me pareció muy rico, buen color y sabor, quiero comerlo nuevamente cuando vuelva. La Pepsi mejoró aún más el sabor del plato.

"Pai Tai". Comida Tailandesa
Casi las 7:00 pm. la lluvia no para, hace rato que termine de comer -mentira, dejé de comer porque estaba satisfecho, pero no terminé todo el Pai Tai-, de pronto parece que cesaba la tormenta, pero solo engañaba, como esperando a que saliéramos confiados y nos moje a mitad de camino. Ya no hay nadie más en el lugar, sólo nosotros, la mesera, el repartidor y la cajera, quienes nos miran sin intenciones de retirarnos, comienzo a preocuparme, quizá quieren ya cerrar, o están pensando en cobrarnos el tiempo por esperar a que pase la lluvia. A la primera oportunidad que las gotas merman, salimos del local, sin paraguas y con la esperanza de que las dos cuadras que faltan para llegar a casa se acorten, pero no es así y terminamos empapados. 

Tarde lluviosa
7:30 pm. Por fin en casa, un hogar que me recibe y me hace sentir como si fuera mi casa, mi familia. Y es así como transcurrió mi primer día en la Gran Manzana...

Comentarios

Entradas populares